miércoles, 25 de mayo de 2016

CONSERVANDO LOS ECOSISTEMAS DE AGUA DULCE


El ciclo hidrológico —la circulación del agua entre el mar, la atmósfera y la tierra, impulsada por la energía del sol— es un recurso insustituible que la actividad humana está perturbando de forma peligrosa. Una proporción mínima del agua de la Tierra —menos de la centésima parte del 1%— es agua dulce que se renueva con el ciclo hidrológico, aunque los océanos, los glaciares, los lagos y los acuíferos profundos almacenan grandes cantidades de agua. Este inestimable aporte de precipitaciones —unos 11.000 kilómetros cúbicos anuales— es el que mantiene la mayor parte de la vida terrestre.
Como cualquier otro recurso valioso, el ciclo del agua proporciona a la sociedad un flujo constante de beneficios. La interacción equilibrada de ríos, lagos y otros ecosistemas de agua dulce con bosques, praderas y otros ecosistemas suministra bienes y servicios de gran importancia para la humanidad (véase el cuadro 3-1). Sin embargo, la naturaleza y el valor de estos servicios pueden permanecer infravalorados hasta que hayan desaparecido.